martes, 26 de febrero de 2013



EL SUEÑO DE DIOS”
Un joven se encontró un día delante de una tienda cuyo rótulo decía: "SE VENDEN SUEÑOS".
Lleno de curiosidad, sin pensarlo dos veces, entró en la tienda. Acaso ¿no entrarías tú?
Vaya desilusión. La tienda estaba vacía, ni mostrador ni cajas ni estanterías… Nada de nada. Estaba a punto de marcharse cuando por arte de los sueños, apareció una anciana que le preguntó: ¿desea algo?
Hola. No, no. O sí, bueno, no sé… Es que he leído lo que ponía en el escaparate, pero veo que andan de remodelación.
No, no -le sonríe la anciana- es que los sueños los tenemos en el interior. No están quietos, apenas alguien abre la puerta y ya quieren echar a volar. Le voy a mostrar los tipos de sueños que tenemos a ver si le gusta alguno y se lo lleva.
En esta bolsa tengo medio kilo de sueños con jaqueca. Sí, no pongas esa cara, la gente me los quita de las manos. Estos sueños son los de: una borrachera, un revolcón, un de fin de semana… Y sueñan y sueñan pero cuando despiertan tienen un dolor de cabeza que no se tienen.
En esta bolsa hay un kilo y medio de sueños con agallas. Éstos los compran los chicos buenos pero al final estos sueños revolucionarios se reducen a poca cosa, una moto o la última moda del mercado.
En esta bolsa hay dos kilos de sueños Light, sueños sin azúcar, sin conservantes pero también sin locura, sin juventud, sin vida.
Finalmente esta última bolsa contiene tres kilos de sueños marineros. Los que compran estos sueños se pasan la vida navegando por la red, sin levantarse de la silla y sin despegar la vista del ordenador. Tengo otros muchos pero…
¿Y cuál es el sueño más grande que tiene, aquel que usted considere más importante?, le preguntó el joven.
¿El sueño más grande? No creo que le interese, pero se lo voy a decir: el sueño más grande es el sueño de Dios.
¿Qué me dice? ¿Y cómo es? ¿Cuánto pesa? ¿Me lo podría mostrar?
La anciana se le acerca y le dice al oído, el sueño de Dios debe pesar unos 80 kilos.
Qué casualidad, dice el joven, lo mismo que yo.
¿En serio? -sonríe la anciana-. A ver, ¡sí! es que el sueño de Dios es precisamente usted…

Y tú, abre bien los ojos que estamos a punto de cerrar la tienda.
¿O acaso alguno de ustedes quiere adquirir el sueño de Dios?





 

miércoles, 13 de febrero de 2013

 ¿Qué buscas?      ¡La piedra preciosa!

El «hombre-de-Dios» había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llego corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:
-La piedra, ¡La piedra!, dame la piedra preciosa.
-¿Qué piedra?- pregunto el «hombre-de-Dios»
-La otra noche se me apareció en sueños el Señor - dijo el aldeano- y me aseguro que si venia al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un «hombre-de-Dios» que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre.   
El «hombre-de-Dios» rebusco en su bolsa y extrajo un diamante.
-Probablemente se refería a esto.
Y entrego el diamante al aldeano.
-Lo encontré en el sendero del bosque hace unos días, puedes quedarte con él.
El hombre se quedó mirando el diamante con asombro. Y comento:
-¡Es un diamante!¡Tal vez, el mayor del mundo, pues es tan grande como la mano de un hombre! Lo cogió y se marchó.
Paso la noche dando vueltas en la cama. Era incapaz de dormir. La libertad de aquel «hombre- de-Dios» le había hecho dudar de sus certezas.
Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al «hombre-de-Dios» que dormía tranquilo, y le dijo:
-Dame la “riqueza” que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante.

¿Cuál crees que sea esa riqueza?

 





 

martes, 5 de febrero de 2013


 

LA TIENDA DEL CIELO
Hace mucho tiempo caminaba por el sendero de la vida y encontré un letrero que decía "La Tienda del Cielo", me acerqué y la puerta se abrió lentamente, cuándo me di cuenta, ya estaba adentro.
Vi muchos seres queridos parados en todas partes. Uno de ellos me entregó una canasta y me dijo... Ten, compra con cuidado, todo lo que necesitas está en esta tienda.
Primero compre PACIENCIA y TOLERANCIA. El AMOR estaba en la misma fila y tomé de él, más abajo había COMPRENSIÓN que se necesita por donde uno vaya.
Compre dos cajas de SABIDURÍA y dos bolsas de FE. Me encantó el empaque del PERDÓN. Me detuve a comprar FUERZA y CORAJE para ayudarme en esta carrera que es la vida, ya tenía casi lista la canasta cuando recordé que necesitaba GRACIAS y SONRISAS, y que no podía olvidar la SALVACIÓN que la ofrecían gratis. Entonces tome bastante para ayudarme y ayudar a otros.
Caminé hasta el cajero para pagar la cuenta pues creí que tenía todo lo que necesitaba, pero cuando iba a llegar vi la ORACIÓN y la puse en mi canasta.
La PAZ y la FELICIDAD estaban en los estantes pequeños al lado de la caja y aproveché para tomarlas. La ALEGRÍA colgaba del techo y arranqué una para mi. Llegué al cajero y le pregunte ¿Cuánto le debo?
EL sonrío y me contestó, lleva tu canasta donde vayas.
Si, pero ¿Cuánto le debo?
El otra vez sonrió y dijo:
"No te preocupes, tu deuda  la pago Jesús hace mucho tiempo, ocúpate de lo que llevas, agradécelo y compártelo".