miércoles, 30 de mayo de 2012


 
EL GRAN REGALO DEL REY

Había una vez un rey sabio y amado que se preocupaba mucho por sus súbditos y deseaba sólo lo mejor para ellos. Los súbditos sabían que el rey tenía un interés personal en sus asuntos y trataban de comprender cómo afectaban tales decisiones a sus vidas. De manera periódica, se disfrazaba y vagaba por las calles, tratando de ver la vida desde la perspectiva de ellos.
Un día se disfrazó como un pobre aldeano y fue a visitar los baños públicos. Muchas personas allí disfrutaban de compañía y relajación. El agua de los baños se calentaba en un horno en el sótano, donde un hombre era responsable de mantener el nivel de comodidad del agua.
El rey llegó al sótano para visitar al hombre que, incansable, atendía el fuego.
Ambos hombres comieron juntos y el rey se hizo amigo del solitario encargado. Día tras día, todas las semanas, el rey iba a visitar al fogonero.
El hombre en el sótano pronto se convirtió en algo muy cercano a su extraño visitante, porque bajaba al sótano donde se encontraba. Nunca nadie le había mostrado tanta preocupación y cuidado.
Un día el rey reveló su verdadera identidad a su amigo. Fue algo arriesgado, ya que temía que el hombre le pidiera favores especiales o un regalo. En lugar de eso, el nuevo amigo del rey lo miró a los ojos y le dijo: "Dejaste tu cómodo palacio para sentarte conmigo aquí, en este sótano caliente y húmedo". Comiste mi humilde comida y me mostraste de manera
genuina que te preocupabas por lo que me ocurre.
A otras personas podrías darles ricos regalos, pero a mí me has dado el mayor de todos. Me diste el regalo de ser tú mismo".



 













martes, 22 de mayo de 2012


La tacita

Se cuenta que alguna vez en Inglaterra existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una adonde vendían vajillas antiguas.
En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita.
- ¿Me permite ver esa taza? -preguntó la señora- ¡Nunca he visto nada tan fino como eso!


En cuanto la tuvo en sus manos, escuchó como la tacita comenzó a hablar. La tacita le comentó:
- ¡Usted no entiende! ¡Yo no siempre he sido esta taza que usted está sosteniendo! Hace mucho tiempo yo sólo era un montón de barro amorfo. Mi creador me tomó entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente; llegó un momento en que me desesperé y le grité: ¡Por favor, ya déjame en Paz! Pero sólo me sonrió y me dijo: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

Después me puso en un horno. ¡Yo nunca había sentido tanto calor! Me pregunté por qué mi creador querría quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decían: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

Finalmente se abrió la puerta. Mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. ¡Así está mucho mejor! me dije a mí misma... pero apenas me había refrescado cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintando. ¡El olor de la pintura era horrible! ¡Sentía que me ahogaría! ¡Por favor detente! le gritaba yo a mi creador, pero él sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

Al fin dejó de pintarme; pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a otro horno ¡No era un horno como el primero, era mucho más caliente! ¡Ahora sí estaba segura que me sofocaría! ¡Le rogué y le imploré que me sacara! ¡Grité, lloré!... Pero mi creador sólo me miraba diciendo: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

¡En ese momento me di cuenta que no había esperanza! ¡Nunca lograría sobrevivir a ese horno! Justo cuando estaba a punto de darme por vencida, se abrió la puerta y mi creador me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta que la primera. Allí me dejó un momento para que me refrescara.

Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: ¡Mírate, esta eres tú! ¡Yo no podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo! ¡Lo que veía era hermoso! Mi creador, nuevamente, me dijo: Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado... Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente hubieras estallado... También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado, tu vida no tendría color. Y si yo no te hubiera puesto en ese segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras. ¡Ahora tú eres un producto terminado! ¡Eres lo que yo tenía en mente cuando te comencé a formar!

Igual pasa con nosotros. Dios nunca nos va a tentar ni a obligar a que vivamos algo que no podamos soportar. Dios sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros. Él nos amolda y nos da forma para que lleguemos a ser una pieza perfecta y podamos cumplir con su voluntad.



 












viernes, 11 de mayo de 2012




EL BARBERO




Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como es costumbre en estos casos entabló una amena conversación con la persona que le atendía.

Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas. De pronto tocaron el tema de Dios, el barbero dijo":

-Fíjese, caballero, que yo no creo que Dios exista, como usted dice.....

-¿Pero?, ¿por qué dice usted eso? - preguntó el cliente.

-Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. Oh..., dígame, ¿acaso si Dios existiera, habrían tantos enfermos, habría niños abandonados?

Si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad, yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.

    El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para  evitar un discusión. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió  del negocio. Recién abandonaba la barbería cuando vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo, al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero: 

-¿Sabe una cosa? los barberos no existen, 

-¿Cómo que no existen? - preguntó el barbero- si aquí estoy yo y soy barbero.

-¡No! - dijo el cliente - no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.

-¡Ah! los barberos si existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí. 

-¡Exacto! - dijo el cliente - ese es el punto, Dios sí existe lo que pasa es que las personas no van hacia Él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria


miércoles, 2 de mayo de 2012





 
CARTA DE JESÚS A SUS AMIGOS

Como bien sabes, amigo mío, yo pedía muy pocas cosas en mi vida. Pedí una posada, antes de nacer, pensando sobre todo en mi madre. Pedí a Zaqueo que me alojara en su casa, y a otro buen amigo el salón para celebrar la Pascua. Pedí un par de veces agua para beber. ¡Ah!, y también pedí un burrito para hacer mi entrada triunfal en Jerusalén, y así no dejar mal al profeta Zacarías.
No me interesaban las cosas. Me interesaban las personas. Me interesaba, sobre todo, la amistad. No me cansaba de pedir amigos: amigos que me siguieran, que se unieran a mi causa, que estuvieran conmigo, que continuaran mi tarea.
Mi tarea de hoy va en la misma línea. No te voy a pedir ayuda material, aunque también la necesito para mis pobres. Tampoco te voy a pedir que dejes a tu familia y tus estudios, aunque a alguno se lo seguiré pidiendo. Mi petición va dirigida a todos y está al alcance de todos.
Mira, tengo unas ganas tremendas de seguir "haciendo el bien", pues veo a tanta gente triste y necesitada. Me muero de pena al ver que muchos niños no sonríen y mueren prematuramente. No puedo soportar la imagen del joven que camina a la deriva, que quema su vida con cualquier tipo de droga y se hunde en el infierno del vacío y de la desesperación. Me entristece la estampa del viejo, al que nadie quiere y parece estorbar en todas las partes. Cada matrimonio que se rompe es una cuchillada a mi corazón. No digamos otro tipo de violencias y de guerras. Me rebela el que unos se aprovechen de los otros, que siga habiendo personas y pueblos sin libertad y sin dignidad. En fin, no voy a repetir aquí lo que bien saben ustedes. Lo que si quiero decirles es que unas veces me dan ganas de llorar y otras de coger el látigo.
Y lo que les pido, lo que te pido, es que me prestes tus manos para que con ellas yo pueda seguir curando, bendiciendo y acariciando. Te pido que me prestes tus pies para que pueda seguir acudiendo a las llamadas de tantos desvalidos y para correr detrás de los que se descarrían. Te pido tus labios, para besar a tantos niños y a tantos hambrientos de amor. Te pido tu lengua, para seguir dando buenas noticias a los pobres y denunciar a los hipócritas y opresores. Te pido tus ojos, para mirar con ternura y cariño a toda la gente.
Te pido tu rostro, para sonreír a cada uno, para sonreír a pesar de todo, para iluminar todas las situaciones con mirada de gracia, de paz y de alegría. Están tan nerviosos y preocupados, que lo llenan todo de angustia. Te pido en fin, tu corazón, para que yo pueda seguir amando a mi manera.
Si me los prestas, no hace falta que te desprendas de ellos. Es muy sencillo: utilizados tú como si fuesen míos, como si ahora te los prestara yo. Haz tú con ellos lo que estoy deseando hacer yo.
Sonríe, pues, aunque no tengas ganas de hacerlo, pero sabiendo que yo lo quiero. Comparte, aunque te cueste, pero piensa que yo lo haría.
Te infundiré mi Espíritu, para actuar yo desde tú mismo. Te enseñaré el modo y la manera, te daré la fuerza y la capacidad. Yo me prolongaré en ti. Tú serás mi instrumento. Tú y yo seremos, te lo aseguro, un Dios para el hermano.
Te lo pido por el amor del Padre, por el dolor de los inocentes, por todo lo que más quieras. En espera de tu respuesta positiva, te mando un beso de amistad.
Jesús