lunes, 17 de diciembre de 2012


 

El sueño de María
Tuve un sueño, José, y realmente no lo puedo comprender, pero creo que se trataba del nacimiento de nuestro hijo. La gente estaba haciendo preparativos con seis semanas de anticipación,  decoraban las casas, compraban ropa nueva, salían de compras muchas veces y adquirían elaborados regalos. Era un tanto extraño, ya que los regalos no eran para nuestro hijo; los envolvían en vistosos papeles y los ataban con preciosos moños y todo lo colocaban debajo de un árbol. Sí, un árbol José.
Dentro de sus casas, esta gente había decorado el árbol y las ramas estaban llenas de adornos brillantes y había una figura en lo alto del árbol, me parecía que era un ángel, era realmente hermoso. Luego vi una mesa espléndidamente servida, con platillos deliciosos, y muchos vinos, todo se veía exquisito y todos estábamos invitados.
Toda la gente se veía feliz, sonriente y emocionada por los regalos que se intercambiaban unos a otros, pero, sabes José, no quedaba ningún regalo para nuestro hijo, me daba la impresión de que nadie lo conocía porque nunca mencionaron su nombre.
¿No te parece extraño que la gente trabaje y gaste tanto en preparativos para celebrar el cumpleaños de alguien a quien ni siquiera mencionan y que da la impresión de que no lo conocen?
Tuve la extraña sensación de que si nuestro hijo hubiera entrado a esos hogares, para la celebración hubiera sido solamente un intruso.

Todo se veía tan hermoso y la gente se veía feliz, pero yo sentía enormes deseos de llorar, porque nuestro hijo era ignorado por casi toda esa gente que lo celebraba.
¡Qué tristeza para Jesús, no ser deseado en su propia fiesta de cumpleaños!
Estoy contenta porque sólo fue un sueño, pero ¡qué terrible sería si esto se convirtiera en realidad!





 

martes, 20 de noviembre de 2012

UNA BUENA INVERSIÓN
“Esta mañana he ido a hacer una gestión a una oficina de la caja de ahorros. Me ha tocado esperar un buen rato antes de que me atendiesen. He aprovechado este tiempo para observar lo que pasaba a mi alrededor.
¡Que ajetreo!
Gente que entra y sale constantemente. Gente que se dirige directamente a las maquinas electrónicas para sacar dinero, para actualizar su libreta, etc.… gente que va a un departamento pidiendo el certificado de los intereses para hacer la declaración de renta. Gente que, en otra sección es informada sobre las diversas modalidades de imposición y de la rentabilidad de cada una de ellas. Gente solicitando préstamos, avales bancarios, etc...
Un cartel promete, por dinero depositado por un largo tiempo, un 2% si se cobran intereses cada mes; un 11.5% si se cobran una vez al año, y hasta en 12% o un 13% si…
¡Hay otra manera de invertir!
Pero de esta “inversión” no me ofrecen ninguna información, en esta oficina ni en ninguna oficina de cajas o bancos. De las computadoras que hay en esta oficina, -Y son muchas- ninguna dispone del programa adecuado para operar según este tipo de inversión. Es una inversión que da una rentabilidad colosal insuperable. ¡Y  sin ninguna retención por parte de hacienda!
Las condiciones para hacer esta inversión son: que se haga “a fondo perdido”, aceptando cobrar los “intereses” cuando se acabe la existencia terrenal; y que se haga en secreto, procurando que la mano izquierda no sepa lo que hace la derecha.
En esta inversión tan original, se aceptan dinero, oración, coherencia de vida, humildad, sencillez, trabajo a favor de la defensa y promoción de los derechos humanos y de la justicia… Resumiendo: se acepta todo aquello que uno realiza movido únicamente por el amor y sin “pasar ningún tipo de factura”.
Se trata ciertamente, de una inversión a largo plazo. Sin embargo, el que invierte de esta manera ya recibe en esta vida unos “anticipos” de alegría, gozo, paz…que superan con creces el valor de lo que se ha invertido.
Es el mismo Señor quien nos hace esta oferta: “Os lo aseguro: no hay ninguno que haya dejado casa, hermanos, hermanas, padre o madre, hijos o tierras, por Mi  y por la Buena Nueva, que no reciba en este tiempo el ciento por uno…y en el mundo futuro la Vida Eterna” (Mc 10,29-30)
 ¿Quién se apunta?
Solamente la fe y el amor son capaces de animarnos a hacer esta inversión y de darnos  fuerzas para continuarla.
Jaume Capalans.

 

 

lunes, 12 de noviembre de 2012


¡FELICIDADES!
Sí. ¡FELICIDADES! Y no pongas esa cara.
Hoy no es Navidad, ni año nuevo, ni tu cumpleaños
Hoy es un día normal, pero un día para ti. ¡Qué suerte!
Felicidades, porque estas vivo: respiras, caminas, tienes hambre y alimentos con que saciarla, tienes sed y fuentes donde beber.
Tus ojos están abiertos para percibir el brillo de mil colores.
Tus ojos registran los sonidos más variados.
Tu tacto, tu piel, experimenta el escalofrío de mil sensaciones. ¡Felicidades!
En tu interior se despierta una constelación de sentimientos, de ideas, de preguntas y respuestas, de palabras y de silencios. ¡Felicidades!
Felicidades porque vives ahora y aquí; porque eres capaz de amar y ser amado, de gozar de paz y de darla.
Felicidades porque poco a poco, con algún sufrimiento y con alegrías, vas construyendo tú vida, en el día a día.
¿Verdad que vale la pena que te feliciten aunque no sea un “día especial”?
Pero, ¿Quieres  decir que hoy no es un “día especial”?
Tienes a tu lado personas que te aman y a las que amar.
Tienes, tienes, tienes….amplia tu mismo la lista
¿O te falta alguna cosa? 
¡Felicidades! Y no te agobies por el mañana.
Vuestro Padre del cielo ya sabe lo que necesitas.
No se preocupen por el mañana, porque el mañana traerá sus propias preocupaciones. A cada día le basta su propio quebradero de cabeza (Mt 6, 32-34)
Si, ¡Felicidades! Vive hoy. Y recuerda “no es feliz el que hace lo que quiere, sino el que quiere lo que hace”. 
Vive en plenitud. Se positivo. Haz el bien y piensa que eres la persona más afortunada del mundo.
 

miércoles, 31 de octubre de 2012


Los Tres árboles

Había una vez tres árboles en una colina de un bosque. Hablaban acerca de sus sueños y esperanzas y el primero dijo:
"Algún día seré cofre de tesoros. Estaré lleno de oro, plata y piedras preciosas. Estaré decorado con labrados artísticos y tallados finos. Todos verán mi belleza".

El segundo árbol dijo:
"Algún día seré una poderosa embarcación. Llevaré a los más grandes reyes y reinas a través de los océanos, e iré a todos los rincones del mundo. Todos se sentirán seguros por mi fortaleza y mi poderoso casco".

Finalmente el tercer árbol dijo:
"Yo quiero crecer para ser el más recto y grande de todos los árboles en el bosque. La gente me verá en la cima de la colina, mirará mis poderosas ramas y pensarán en el Dios de los cielos, y cuán cerca estoy de alcanzarlo. Seré el más grande árbol de todos los tiempos y la gente siempre me recordará".

Trás unos años de oración para que sus sueños se convirtieran en realidad, un grupo de leñadores vino donde estaban los árboles.
Cuando uno vio al primer árbol dijo: "Este parece un árbol fuerte, creo que podría vender su madera a un carpintero", y comenzó a cortarlo. El árbol estaba muy feliz debido a que sabía que el carpintero podría convertirlo en cofre para tesoros.
El otro leñador dijo mientras observaba al segundo árbol:
"Parece un árbol fuerte, creo que lo podré vender al carpintero del puerto". El segundo árbol se puso muy feliz porque sabía que estaba en camino a convertirse en una poderosa embarcación.
El último leñador se acercó al tercer árbol, este muy asustado, pues sabía que si lo cortaban, su sueño nunca se volvería realidad. El leñador dijo entonces: "No necesito nada especial del árbol que corte, así que tomaré éste", y cortó el tercer árbol.

Cuando el primer árbol llegó donde el carpintero, fue convertido en un cajón de comida para animales, y fue puesto en un pesebre y llenado con paja. Se sintió muy mal pues eso no era por lo que tanto había orado.
El segundo árbol fue cortado y convertido en una pequeña balsa de pesca, ni siquiera lo suficientemente grande para navegar en el mar, y fue puesto en un lago. Y vio como sus sueños de ser una gran embarcación cargando reyes habían llegado a su final.
El tercer árbol fue cortado en largas y pesadas tablas y dejado en la oscuridad de una bodega.

Años más tarde, los árboles olvidaron sus sueños y esperanzas por las que tanto habían orado. Entonces un día un hombre y una mujer llegaron al pesebre. Ella dio a luz un niño, y lo colocó en la paja que había dentro del cajón en que fue transformado el primer árbol. El hombre deseaba haber podido tener una cuna para su bebé, pero este cajón debería serlo. El árbol sintió la importancia de este acontecimiento y supo que había contenido el más grande tesoro de la historia.

Años más tarde, un grupo de hombres entraron en la balsa en la cual habían convertido al segundo árbol. Uno de ellos estaba cansado y se durmió en la barca. Mientras ellos estaban en el agua una gran tormenta se desató y el árbol pensó que no sería lo suficientemente fuerte para salvar a los hombres. Los hombres despertaron al que dormía, éste se levantó y dijo: "¡Calma! ¡Quédate quieto!" y la tormenta y las olas se detuvieron. En ese momento el segundo árbol se dio cuenta de que había llevado al Rey de Reyes y Señor de Señores.

Finalmente un tiempo después alguien vino y tomó al tercer árbol convertido en tablas. Fue cargado por las calles al mismo tiempo que la gente escupía, insultaba y golpeaba al Hombre que lo cargaba. Se detuvieron en una pequeña colina y el Hombre fue clavado al árbol y levantado para morir en la cima de la colina. Cuando llegó el domingo, el tercer árbol se dio cuenta que él fue lo suficientemente fuerte para permanecer erguido en la cima de la colina, y estar tan cerca de Dios como nunca, porque Jesús había sido crucificado en él.

Cuando parece que las cosas no van de acuerdo a tus planes, debes saber que siempre Dios tiene un plan para uno. Si pones tu confianza en él, te va a dar grandes regalos a su tiempo.
Sus caminos no son nuestros caminos, pero sus caminos siempre son los mejores.
 

jueves, 11 de octubre de 2012


La enseñanza de un lápiz
Un niño miraba a su abuelo escribir una carta. En un momento dado, le preguntó: -¿Estás escribiendo una historia que nos pasó a los dos? ¿Es, por casualidad, una historia sobre mí?
El abuelo dejó de escribir, sonrió y le dijo al nieto: -Estoy escribiendo sobre ti, es cierto. Sin embargo, más importante que las palabras es el lápiz que estoy usando. Me gustaría que tú fueses como él cuando crezcas.
El niño miró el lápiz, intrigado, y no vio nada de especial. -¡Pero si es igual a todos los lápices que he visto en mi vida!
-Todo depende del modo en que mires las cosas. Hay en él cinco cualidades que, si consigues mantenerlas, harán de ti una persona por siempre en paz con el mundo.

"Primera cualidad: Puedes hacer grandes cosas, pero no olvides nunca que existe una mano que guía tus pasos. Esta mano nosotros la llamamos Dios, y Él siempre te conducirá en dirección a su voluntad.
"Segunda cualidad: De vez en cuando necesito dejar lo que estoy escribiendo y usar el sacapuntas. Eso hace que el lápiz sufra un poco, pero al final, está más afilado. Por lo tanto, debes ser capaz de soportar algunos dolores, porque te harán mejor persona.
"Tercera cualidad: El lápiz siempre permite que usemos una goma para borrar aquello que está mal. Entiende que corregir algo que hemos hecho no es necesariamente algo malo, sino algo importante para mantenernos en el camino de la justicia.
"Cuarta cualidad: Lo que realmente importa en el lápiz no es la madera ni su forma exterior, sino el grafito que hay dentro. Por lo tanto, cuida siempre de lo que sucede en tu interior.
"Finalmente, la quinta cualidad del lápiz: Siempre deja una marca. De la misma manera, has de saber que todo lo que hagas en la vida dejará trazos. Intenta ser consciente de cada acción."

 

lunes, 24 de septiembre de 2012



VALE LA PENA

En una puesta de sol, un hombre iba caminando por una desierta playa.  Mientras andaba empezó a ver que, en la distancia, otro hombre se acercaba.  A medida que avanzaba, advirtió que era un nativo y que iba inclinándose para recoger algo que luego arrojaba al agua.  Una y otra vez arrojaba con fuerza esas cosas al océano.

Al aproximarse más, nuestro amigo observó que el hombre estaba recogiendo estrellas de mar que la marea había dejado en la playa y que, una por una, volvía a arrojar al agua.
Intrigado, el paseante se aproximó al hombre para saludarlo -Buenas tardes, amigo, venía preguntándome qué es lo que hace-.
Estoy devolviendo estrellas de mar al océano.  Ahora la marea está baja y ha dejado sobre la playa todas estas estrellas de mar.  Si yo no las devuelvo al mar, se morirán por falta de oxígeno.

-Ya entiendo -replicó mi amigo-, pero sobre esta playa debe haber miles de estrellas de mar.  Son demasiadas, simplemente.  Y lo más probable es que esto esté sucediendo en centenares de playas a lo largo de esta costa. ¿No se da cuenta de que es imposible que lo que usted puede hacer sea de verdad importante?

El nativo sonrió, se inclinó a recoger otra estrella de mar y, mientras volvía a arrojarla al mar, contestó: -¡Para ésta sí que es importante!

miércoles, 5 de septiembre de 2012



LA MARIPOSA

Un día, una pequeña abertura apareció en un capullo. Un hombre se sentó y observó a la mariposa por varias horas y cómo ella se esforzaba para que su cuerpo pasara a través de aquel pequeño espacio. Entonces parecía que se había dado por vencida pues no se veía ningún movimiento y no parecía hacer ningún progreso. Parecía que había hecho más de lo que podía y aun así no conseguía salir. Entonces el hombre decidió ayudarla.

Tomó una tijera y con ella corto el capullo para que la mariposa pudiese salir. La mariposa salió con una gran facilidad. Pero su cuerpo estaba atrofiado, muy pequeño y con las alas maltratadas. El hombre continuó observando a la mariposa porque esperaba que en cualquier momento sus alas se fortalecieran, se abrieran con fuerza y fueran capaces de soportar su peso afirmándose con el tiempo. Pero nada pasó.


En realidad, la mariposa pasó el resto de su vida arrastrándose con el cuerpo atrofiado y con las alas maltratadas y encogidas. Nunca fue capaz de volar. Lo que el hombre en su gentileza y deseo de ayudar, no comprendía era que el capullo apretado y el esfuerzo necesario para salir por el pequeño agujero era el modo en que Dios hacía que el fluido del cuerpo de la mariposa fuese hacía sus alas de modo que estuviera lista para volar una vez que hubiese salido del capullo.
 
Algunas veces es el esfuerzo lo que justamente necesitamos en nuestras vidas. Si Dios nos dejase pasar por la vida sin ningún esfuerzo, sin ningún obstáculo, nos dejaría "incapacitados", "discapacitados", "inválidos". No seríamos


 

jueves, 19 de julio de 2012

 
 
GRIETAS DEL ALMA



Un cargador de agua de la India tenía dos grandes vasijas que colgaban en los extremos de un palo y que llevaba encima de los hombros. Una de las vasijas tenía varias grietas, mientras que la otra era perfecta y conservaba toda el agua al final del largo camino a pie, desde el arroyo hasta la casa de su patrón, pero cuando llegaba, la vasija rota sólo tenía la mitad del agua.

Durante dos años completos, esto fue así diariamente, desde luego la vasija perfecta estaba muy orgullosa de sus logros, pues se sabía perfecta para los fines para los que fue creada.

Pero la pobre vasija agrietada estaba muy avergonzada de su propia imperfección y se sentía miserable porque sólo podía hacer la mitad de todo lo que se suponía que era su obligación.

Después de dos años, la tinaja quebrada le habló al aguatero diciéndole:

"Estoy avergonzada y me quiero disculpar contigo porque debido a mis grietas sólo puedes entregar la mitad de mi carga y sólo obtienes la mitad del valor que deberías recibir."

El aguatero apesadumbrado, le dijo compasivamente:

"Cuando regresemos a la casa quiero que notes las bellísimas flores que crecen a lo largo del camino."

Así lo hizo la tinaja, y en efecto vio muchísimas flores hermosas a lo largo, pero de todos modos se sintió apenada porque al final, sólo quedaba dentro de sí la mitad del agua que debía llevar.



El aguatero le dijo entonces:

"¿Te diste cuenta de que las flores sólo crecen de tu lado del camino? Siempre he sabido de tus grietas y quise sacar el lado positivo de ello. Sembré semillas de flores a todo lo largo del camino por donde vas y todos los días las has regado y por dos años yo he podido recoger estas flores para decorar el altar de mi Maestro. Si no fueras exactamente como eres, incluidos tus defectos, no hubiera sido posible crear esta belleza."


Cada uno de nosotros tiene sus propias grietas.
Todos somos como vasijas agrietadas,  siempre existe la posibilidad de aprovechar nuestras grietas para obtener buenos resultados.

 

jueves, 5 de julio de 2012

 

HUELLAS EN LA ARENA


Una noche tuve un sueño... soñé que estaba caminando por la playa con el Señor y, a través del cielo, pasaban escenas de mi vida.

Por cada escena que pasaba, percibí que quedaban dos pares de pisadas en la arena: unas eran las mías y las otras del Señor.

Cuando la última escena pasó delante nuestro, miré hacia atrás, hacia las pisadas en la arena y noté que muchas veces en el camino de mi vida quedaban sólo un par de pisadas en la arena.

Noté también que eso sucedía en los momentos más difíciles de mi vida. Eso realmente me perturbó y pregunté entonces al Señor: "Señor, Tú me dijiste, cuando resolví seguirte, que andarías conmigo, a lo largo del camino, pero durante los peores momentos de mi vida, había en la arena sólo un par de pisadas. No comprendo porque Tú me dejaste en las horas en que yo más te necesitaba".



Entonces, Él, clavando en mí su mirada infinita me contestó: "Mi querido hijo. Yo te he amado y jamás te abandonaría en los momentos más difíciles.



Cuando viste en la arena sólo un par de pisadas fue justamente allí donde te cargué en mis brazos".

 

viernes, 15 de junio de 2012


La mejor entrevista


Una vez un hombre muy afortunado había conseguido la mejor entrevista de su vida: Iba a entrevistar ni más ni menos que a Dios.

Esa tarde el hombre llegó a su casa dos horas antes, se arregló con sus mejores ropas, lavó su automóvil e inmediatamente salió de su hogar. Condujo por la avenida principal rumbo a su cita, pero en el trayecto cayó una lluvia que produjo un embotellamiento de tránsito y quedó parado.

El tiempo transcurría, eran las 7:30 y la cita era a las 8:00 p.m. Repentinamente le tocaron el cristal de la ventanilla y al voltear vio a un chiquillo de unos nueve años ofreciéndole su cajita llena de chicles goma de mascar. El hombre sacó algún dinero de su bolsillo y cuando lo iba a entregar al niño ya no lo encontró. Miró hacia el suelo y ahí estaba, en medio de un ataque de epilepsia. El hombre abrió la portezuela e introdujo al niño como pudo al automóvil. Inmediatamente buscó cómo salir del embotellamiento y lo logró, dirigiéndose al hospital más cercano. Ahí entrego al niño, y después de pedir que lo atendiesen de la mejor forma posible, se disculpó con el doctor y salió corriendo para tratar de llegar a su cita con Dios.

Sin embargo, el hombre llegó 10 minutos tarde y Dios ya no estaba. El hombre se ofendió y le reclamó al cielo: - Dios mío, pero tú te diste cuenta, no llegue a tiempo por el niño, no me pudiste esperar. ¿Qué significan 10 minutos para un ser eterno como tu?

Desconsolado se quedó sentado en su automóvil; de pronto lo deslumbró una luz y vio en ella la carita del niño a quien auxilió. Vestía el mismo abrigo deshilachado, pero ahora tenía el rostro iluminado de bondad. El hombre, entonces, escuchó en su interior una voz que le decía:



- Hijo mío, no te pude esperar y salí a tu encuentro.


 

viernes, 8 de junio de 2012

 PARÁBOLA DEL HOMBRE DE LAS MANOS ATADAS

Erase una vez un hombre como todos los demás. Un hombre normal. Una vez llamaron repentinamente a su puerta. Cuando salió se encontró a sus enemigos. Ellos le ataron las manos. Le dijeron que así era mejor, que así, con sus manos atadas, no podría hacer nada malo (se olvidaron de decirle que tampoco podía hacer nada bueno). Y se fueron dejando un guardián a la puerta para que nadie pudiera desatarle.

Al principio se desesperó y trató de romper las ataduras. Cuando se convenció de lo inútil de sus esfuerzos, intentó poco a poco acomodarse a su nueva situación.

Poco a poco consiguió valerse para seguir subsistiendo con las manos atadas. Inicialmente le costaba hasta quitarse los zapatos.

Y empezó a olvidarse de que antes tenía las manos libres.

Pasaron muchos años. Su guardián le comunicaba día a día las cosas malas que hacían en el exterior los hombres con las manos libres (se le olvidaba decirle las cosas buenas que hacían en el exterior los hombres con las manos libres).

Pasaron muchos, muchísimos años... Un día, sus amigos sorprendieron al guardián, entraron en la casa y rompieron las ligaduras que ataban las manos del hombre.

- "Ya eres libre", le dijeron.

Pero habían llegado demasiado tarde. Las manos del hombre estaban totalmente atrofiadas.


miércoles, 30 de mayo de 2012


 
EL GRAN REGALO DEL REY

Había una vez un rey sabio y amado que se preocupaba mucho por sus súbditos y deseaba sólo lo mejor para ellos. Los súbditos sabían que el rey tenía un interés personal en sus asuntos y trataban de comprender cómo afectaban tales decisiones a sus vidas. De manera periódica, se disfrazaba y vagaba por las calles, tratando de ver la vida desde la perspectiva de ellos.
Un día se disfrazó como un pobre aldeano y fue a visitar los baños públicos. Muchas personas allí disfrutaban de compañía y relajación. El agua de los baños se calentaba en un horno en el sótano, donde un hombre era responsable de mantener el nivel de comodidad del agua.
El rey llegó al sótano para visitar al hombre que, incansable, atendía el fuego.
Ambos hombres comieron juntos y el rey se hizo amigo del solitario encargado. Día tras día, todas las semanas, el rey iba a visitar al fogonero.
El hombre en el sótano pronto se convirtió en algo muy cercano a su extraño visitante, porque bajaba al sótano donde se encontraba. Nunca nadie le había mostrado tanta preocupación y cuidado.
Un día el rey reveló su verdadera identidad a su amigo. Fue algo arriesgado, ya que temía que el hombre le pidiera favores especiales o un regalo. En lugar de eso, el nuevo amigo del rey lo miró a los ojos y le dijo: "Dejaste tu cómodo palacio para sentarte conmigo aquí, en este sótano caliente y húmedo". Comiste mi humilde comida y me mostraste de manera
genuina que te preocupabas por lo que me ocurre.
A otras personas podrías darles ricos regalos, pero a mí me has dado el mayor de todos. Me diste el regalo de ser tú mismo".



 













martes, 22 de mayo de 2012


La tacita

Se cuenta que alguna vez en Inglaterra existía una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Una de sus tiendas favoritas era una adonde vendían vajillas antiguas.
En una de sus visitas a la tienda vieron una hermosa tacita.
- ¿Me permite ver esa taza? -preguntó la señora- ¡Nunca he visto nada tan fino como eso!


En cuanto la tuvo en sus manos, escuchó como la tacita comenzó a hablar. La tacita le comentó:
- ¡Usted no entiende! ¡Yo no siempre he sido esta taza que usted está sosteniendo! Hace mucho tiempo yo sólo era un montón de barro amorfo. Mi creador me tomó entre sus manos y me golpeó y me amoldó cariñosamente; llegó un momento en que me desesperé y le grité: ¡Por favor, ya déjame en Paz! Pero sólo me sonrió y me dijo: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

Después me puso en un horno. ¡Yo nunca había sentido tanto calor! Me pregunté por qué mi creador querría quemarme, así que toqué la puerta del horno. A través de la ventana del horno pude leer los labios de mi creador que me decían: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

Finalmente se abrió la puerta. Mi creador me tomó y me puso en una repisa para que me enfriara. ¡Así está mucho mejor! me dije a mí misma... pero apenas me había refrescado cuando mi creador ya me estaba cepillando y pintando. ¡El olor de la pintura era horrible! ¡Sentía que me ahogaría! ¡Por favor detente! le gritaba yo a mi creador, pero él sólo movía la cabeza haciendo un gesto negativo y decía: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

Al fin dejó de pintarme; pero esta vez me tomó y me metió nuevamente a otro horno ¡No era un horno como el primero, era mucho más caliente! ¡Ahora sí estaba segura que me sofocaría! ¡Le rogué y le imploré que me sacara! ¡Grité, lloré!... Pero mi creador sólo me miraba diciendo: Aguanta un poco más, todavía no es tiempo...

¡En ese momento me di cuenta que no había esperanza! ¡Nunca lograría sobrevivir a ese horno! Justo cuando estaba a punto de darme por vencida, se abrió la puerta y mi creador me tomó cariñosamente y me puso en una repisa que era aún más alta que la primera. Allí me dejó un momento para que me refrescara.

Después de una hora de haber salido del segundo horno, me dio un espejo y me dijo: ¡Mírate, esta eres tú! ¡Yo no podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo! ¡Lo que veía era hermoso! Mi creador, nuevamente, me dijo: Yo sé que te dolió haber sido golpeada y amoldada por mis manos, pero si te hubiera dejado como estabas, te hubieras secado... Sé que te causó mucho calor y dolor estar en el primer horno, pero de no haberte puesto allí, seguramente hubieras estallado... También sé que los gases de la pintura te provocaron muchas molestias, pero de no haberte pintado, tu vida no tendría color. Y si yo no te hubiera puesto en ese segundo horno, no hubieras sobrevivido mucho tiempo, porque tu dureza no habría sido la suficiente para que subsistieras. ¡Ahora tú eres un producto terminado! ¡Eres lo que yo tenía en mente cuando te comencé a formar!

Igual pasa con nosotros. Dios nunca nos va a tentar ni a obligar a que vivamos algo que no podamos soportar. Dios sabe lo que está haciendo con cada uno de nosotros. Él nos amolda y nos da forma para que lleguemos a ser una pieza perfecta y podamos cumplir con su voluntad.



 












viernes, 11 de mayo de 2012




EL BARBERO




Un hombre fue a una barbería a cortarse el cabello y recortarse la barba, como es costumbre en estos casos entabló una amena conversación con la persona que le atendía.

Hablaban de tantas cosas y tocaron muchos temas. De pronto tocaron el tema de Dios, el barbero dijo":

-Fíjese, caballero, que yo no creo que Dios exista, como usted dice.....

-¿Pero?, ¿por qué dice usted eso? - preguntó el cliente.

-Pues es muy fácil, basta con salir a la calle para darse cuenta de que Dios no existe. Oh..., dígame, ¿acaso si Dios existiera, habrían tantos enfermos, habría niños abandonados?

Si Dios existiera no habría sufrimiento ni tanto dolor para la humanidad, yo no puedo pensar que exista un Dios que permita todas estas cosas.

    El cliente se quedó pensando un momento, pero no quiso responder para  evitar un discusión. El barbero terminó su trabajo y el cliente salió  del negocio. Recién abandonaba la barbería cuando vio en la calle a un hombre con la barba y el cabello largo, al parecer hacía mucho tiempo que no se lo cortaba y se veía muy desarreglado. Entonces entró de nuevo a la barbería y le dijo al barbero: 

-¿Sabe una cosa? los barberos no existen, 

-¿Cómo que no existen? - preguntó el barbero- si aquí estoy yo y soy barbero.

-¡No! - dijo el cliente - no existen, porque si existieran no habría personas con el pelo y la barba tan larga como la de ese hombre que va por la calle.

-¡Ah! los barberos si existen, lo que pasa es que esas personas no vienen hacia mí. 

-¡Exacto! - dijo el cliente - ese es el punto, Dios sí existe lo que pasa es que las personas no van hacia Él y no le buscan, por eso hay tanto dolor y miseria


miércoles, 2 de mayo de 2012





 
CARTA DE JESÚS A SUS AMIGOS

Como bien sabes, amigo mío, yo pedía muy pocas cosas en mi vida. Pedí una posada, antes de nacer, pensando sobre todo en mi madre. Pedí a Zaqueo que me alojara en su casa, y a otro buen amigo el salón para celebrar la Pascua. Pedí un par de veces agua para beber. ¡Ah!, y también pedí un burrito para hacer mi entrada triunfal en Jerusalén, y así no dejar mal al profeta Zacarías.
No me interesaban las cosas. Me interesaban las personas. Me interesaba, sobre todo, la amistad. No me cansaba de pedir amigos: amigos que me siguieran, que se unieran a mi causa, que estuvieran conmigo, que continuaran mi tarea.
Mi tarea de hoy va en la misma línea. No te voy a pedir ayuda material, aunque también la necesito para mis pobres. Tampoco te voy a pedir que dejes a tu familia y tus estudios, aunque a alguno se lo seguiré pidiendo. Mi petición va dirigida a todos y está al alcance de todos.
Mira, tengo unas ganas tremendas de seguir "haciendo el bien", pues veo a tanta gente triste y necesitada. Me muero de pena al ver que muchos niños no sonríen y mueren prematuramente. No puedo soportar la imagen del joven que camina a la deriva, que quema su vida con cualquier tipo de droga y se hunde en el infierno del vacío y de la desesperación. Me entristece la estampa del viejo, al que nadie quiere y parece estorbar en todas las partes. Cada matrimonio que se rompe es una cuchillada a mi corazón. No digamos otro tipo de violencias y de guerras. Me rebela el que unos se aprovechen de los otros, que siga habiendo personas y pueblos sin libertad y sin dignidad. En fin, no voy a repetir aquí lo que bien saben ustedes. Lo que si quiero decirles es que unas veces me dan ganas de llorar y otras de coger el látigo.
Y lo que les pido, lo que te pido, es que me prestes tus manos para que con ellas yo pueda seguir curando, bendiciendo y acariciando. Te pido que me prestes tus pies para que pueda seguir acudiendo a las llamadas de tantos desvalidos y para correr detrás de los que se descarrían. Te pido tus labios, para besar a tantos niños y a tantos hambrientos de amor. Te pido tu lengua, para seguir dando buenas noticias a los pobres y denunciar a los hipócritas y opresores. Te pido tus ojos, para mirar con ternura y cariño a toda la gente.
Te pido tu rostro, para sonreír a cada uno, para sonreír a pesar de todo, para iluminar todas las situaciones con mirada de gracia, de paz y de alegría. Están tan nerviosos y preocupados, que lo llenan todo de angustia. Te pido en fin, tu corazón, para que yo pueda seguir amando a mi manera.
Si me los prestas, no hace falta que te desprendas de ellos. Es muy sencillo: utilizados tú como si fuesen míos, como si ahora te los prestara yo. Haz tú con ellos lo que estoy deseando hacer yo.
Sonríe, pues, aunque no tengas ganas de hacerlo, pero sabiendo que yo lo quiero. Comparte, aunque te cueste, pero piensa que yo lo haría.
Te infundiré mi Espíritu, para actuar yo desde tú mismo. Te enseñaré el modo y la manera, te daré la fuerza y la capacidad. Yo me prolongaré en ti. Tú serás mi instrumento. Tú y yo seremos, te lo aseguro, un Dios para el hermano.
Te lo pido por el amor del Padre, por el dolor de los inocentes, por todo lo que más quieras. En espera de tu respuesta positiva, te mando un beso de amistad.
Jesús



 

viernes, 20 de abril de 2012



El Bambú

         En un gran reino, al este de un lejano país, había un parque hermoso.
         A la hora de la siesta, el Amo solía pasear por él mirando las plantas, los árboles, los arbustos. Un noble Bambú era su  preferido. Año tras año crecía y se hacía cada vez más hermoso. El Bambú sabía que su Amo lo quería y que se deleita al verlo.
         Un buen día el Amo se acercó a su árbol predilecto. Este, con gran respeto y reverencia, inclinó su enorme copa hasta el suelo.
         El Amo se habló así: "Querido Bambú yo te necesito".
         Parecía haber llegado el gran día, aquel para el que fue creado el Bambú.
         Contestó suavemente: "Señor estoy dispuesto, úsame como quieras".
         La voz del Señor era grave: "Para poder usarte, debo podarte".
         "¿Podarme...?  a mí, que me has convertido en el árbol mas hermoso de tu jardín?...No, por favor ¡úsame para lo que necesites, pero no me podes!".
         La voz del Señor era cada vez más grave: "Mi querido Bambú, sin podarte, no puedo usarte".
         En el parque todo se detuvo, el viento dejó de soplar. Lentamente el Bambú inclinó su hermosa corona y susurró: "Señor, si no puedes usarme sin podar, entonces haz lo que sea necesario".
         "Mi querido Bambú, también tendré que sacarte todas tus ramas y tus hojas".
         Respondió: "Hay Señor, líbrame de ello. Destruye mi belleza, pero por favor, déjame mis ramas y mis hojas".
         Respondió el Señor: "Si no te las corto no podré usarte".

         El sol incendió su rostro. Una mariposa huyó asustada. Y el Bambú, temblando de emoción, dijo muy bajito: "Señor, córtalas".
         El Señor dijo: "Mi querido Bambú, aún debo hacerte algo más. Debo cortarte por el medio, y sacarte el corazón, sino hago esto no podré usarte".
         El Bambú se inclinó hasta el suelo y dijo: "Señor, corta y parte".
         Así fue como el Amo podó el Bambú, cortó sus ramas, sacó las hojas, lo partió por el medio y extrajo su corazón.
         Entonces lo llevó al lugar donde brotaba un manantial, en medio de los campos secos. Allí el Señor lo apoyó en el suelo, con mucho cuidado, a su querido Bambú. Un extremo del Bambú partido lo conectó con el manantial, y el otro extremo lo conectó al surco que recorre los campos.
         La fuente cantó una canción de bienvenida, y el agua cristalina corrió por los troncos hacia los surcos, recorriendo los campos resecos, que tanto la habían esperado. Luego se plantó el arroz. Pasaron los días, brotó la siembra y llegó el tiempo de la cosecha.
         Así fue que el Bambú se transformó en abundancia y bendición, pese a su debilidad y pequeñez.
         Cuando era grande y hermoso, creció para sí mismo y se alegraba de su belleza. Al ser cortada, se transformó en canal, que el Señor pudo usar para hacer fértil el Reino.


         El Señor de la Vida, ¿querrá hacer con nosotros lo mismo que con el Bambú?