jueves, 16 de octubre de 2014





CARTA DE JESÚS A SUS AMIGOS
 Como bien sabes, amigo mío, yo pedía muy pocas cosas en mi vida. Pedí una posada, antes de nacer, pensando sobre todo en mi madre. Pedí a Zaqueo que me alojara en su casa, y a otro buen amigo el salón para celebrar la Pascua. Pedí un par de veces agua para beber. ¡Ah!, y también pedí un burrito para hacer mi entrada triunfal en Jerusalén, y así no dejar mal al profeta Zacarías.  No me interesaban las cosas. Me interesaban las personas. Me interesaba, sobre todo, la amistad. No me cansaba de pedir amigos: amigos que me siguieran, que se unieran a mi causa, que estuvieran conmigo, que continuaran mi tarea.  Mi tarea de hoy va en la misma línea. No os voy a pedir ayuda material, aunque también la necesito para mis pobres. Tampoco os voy a pedir que dejéis a vuestra familia y vuestros estudios, aunque a alguno se lo seguiré pidiendo. Mi petición va dirigida a todos y está al alcance de todos.  Mirad, tengo unas ganas tremendas de seguir "haciendo el bien", pues veo a tanta gente triste y necesitada. Me muero de pena al ver que muchos niños no sonríen y mueren prematuramente. No puedo soportar la imagen del joven que camina a la deriva, que quema su vida con cualquier tipo de droga y se hunde en el infierno del vacío y de la desesperación. Me entristece la estampa del viejo, al que nadie quiere y parece estorbar en todas las partes. Cada matrimonio que se rompe es una cuchillada a mi corazón. No digamos otro tipo de violencias y de guerras. Me rebela el que unos se aprovechen de los otros, que siga habiendo personas y pueblos sin libertad y sin dignidad. En fin, no voy a repetir aquí lo que bien sabéis vosotros. Lo que si quiero deciros es que unas veces me dan ganas de llorar y otras de coger el látigo. 
 Y lo que os pido, lo que te pido, es que me prestes tus manos para que con ellas yo pueda seguir curando, bendiciendo y acariciando. Te pido que me prestes tus pies para que pueda seguir acudiendo a las llamadas de tantos desvalidos y para correr detrás de los que se descarrían. Te pido tus labios, para besar a tantos niños y a tantos hambrientos de amor. Te pido tu lengua, para seguir dando buenas noticias a los pobres y denunciar a los hipócritas y opresores. Te pido tus ojos, para mirar con ternura y cariño a toda la gente.  Te pido tu rostro, para sonreír a cada uno, para sonreír a pesar de todo, para iluminar todas las situaciones con mirada de gracia, de paz y de alegría. Estáis tan nerviosos y preocupados, que lo llenáis todo de angustia. Te pido en fin, tu corazón, para que yo pueda seguir amando a mi manera.  Si me los prestas, no hace falta que te desprendas de ellos. Es muy sencillo: utilizados tú como si fuesen míos, como si ahora te los prestara yo. Haz tú con ellos lo que estoy deseando hacer yo.  Sonríe, pues, aunque no tengas ganas de hacerlo, pero sabiendo que yo lo quiero. Comparte, aunque te cueste, pero piensa que yo lo haría.  Te infundiré mi Espíritu, para actuar yo desde tú mismo. Te enseñaré el modo y la manera, te daré la fuerza y la capacidad. Yo me prolongaré en ti. Tú serás mi instrumento. Tú y yo seremos, te lo aseguro, un Dios para el hermano.  Te lo pido por el amor del Padre, por el dolor de los inocentes, por todo lo que más quieras. En espera de tu respuesta positiva, te mando un beso de amistad. 
Jesús    
 

martes, 1 de julio de 2014


LA LÁMPARA
En un barrio de Melbourne, Australia visité a un anciano que, al parecer, estaba abandonado de todos. Apenas eché una ojeada a su habitación vi en qué condiciones tan deprimentes vivía. Quise hacer limpieza pero él me repetía: "no, está bien así". Había una preciosa lámpara totalmente cubierta por el polvo acumulado durante años. Le pregunté: 
—¿Por qué no enciende la lámpara? 
—¿Para qué voy a encenderla si nadie viene a visitarme? Yo no la necesito. 
—¿Y usted la encendería si una hermana viniese a visitarle? 
—Sí, si oigo una voz humana la encenderé. 
Al día siguiente me mandó decir: 
—Diga a mi amiga que la luz que ella encendió en mi vida continúa encendida y radiante. 
Madre Teresa de Calcuta


viernes, 9 de mayo de 2014

 
"PARABOLA DEL REY"

Iba yo pidiendo, de puerta en puerta por el camino de la aldea, cuando tu carro de oro apareció a lo lejos como un sueño magnífico. Y yo me preguntaba, maravillado, quién sería aquel Rey de Reyes. Mis esperanzas volaron hasta el cielo, y pensé que mis días malos se habían acabado. Y me quedé aguardando limosnas espontáneas, tesoros derramados por el polvo.

La carroza se paró a mi lado. Me miraste y bajaste sonriendo. Sentí que la felicidad de la vida me había llegado al fin. Y de pronto, tú me tendiste tu diestra diciéndome: "¿puedes darme alguna cosa?".    ¡Ah, qué ocurrencia de tu realeza! ¡Pedirle a un mendigo! Yo estaba confuso y no sabía qué hacer. Luego saqué despacio de mi saco un granito de trigo y te lo di. Pero qué sorpresa la mía cuando, al vaciar por la tarde mi saco en el suelo, encontré un granito de oro en la miseria del montón. ¡Qué amargamente lloré de no haber tenido corazón para dárteme todo!.

Tagore
Para meditar
Qué espera Dios de mí?  —¿Cómo me habla Dios?     
 
 

 

viernes, 28 de febrero de 2014



 
Dialogando con un peregrino.
- Detente, amigo peregrino, y dime en voz alta tu mensaje; ¿por qué dejas tu castillo de marfil, tu casa, tu seguridad, tu familia y sales a recorrer los caminos polvorientos de la vida y te detienes cada vez que encuentras un ser humano?... 
 - Porque quiero airear mis sentimientos y razones de vivir. Porque intento confrontar mi verdad con las verdades de los demás. Porque deseo compartir mis dudas con las certezas & los demás. Porque quiero presentar mis certezas a las dudas de los otros. Porque en el esfuerzo del caminar se reencuentra la libertad de los hombres libres. Porque sólo el caminante tiene la esperanza de poder llegar a la meta.... 
 Porque el polvo del camino, las sandalias de los pies, el morral a la espalda, el contacto con la gente, mantienen en mí el corazón joven, que renueva mi vida a diario. 
 Porque tengo un mensaje que intento gritar, mientras camino sin volver la vista atrás... 
 - Amigo peregrino, sigue tu camino y sigue sembrando tu mensaje en las tierras fértiles de las vidas jóvenes que buscan autenticidad, en la libertad. No detengas tus pasos, no dejes ensuciar los campos con semillas de maldad.          
 

martes, 28 de enero de 2014

 
A DIOS NO SE LE PUEDE DECIR "NO"

 Era el final de los cursillos. Unos cursillos de orientación social para cincuenta muchachos y muchachas inquietos, que buscaban su "puesto" en la sociedad... La última reunión.  Llevábamos más de dos horas reunidos. De un rincón se adelantó un muchacho pequeño, normal. —Yo creo que todo esto que habéis dicho es muy importante. Hablaba despacio, penosamente. —He pensado mucho estos días y creo que... Se paró en seco, como si tuviera un nudo en la garganta que le ahogase. —... que aunque no he sido bueno hasta ahora, muchos de vosotros lo sabéis.  Hablaba mal, pero se veía una sinceridad tan descarnada en su rostro, en sus brazos caídos, que hasta los silencios eran sorbidos gota a gota. —... y aunque yo no quería..., no quería ver ni oír..., quería seguir como hasta ahora..., pero ya no puedo más. Tengo que ser sacerdote. Y se sentó. Hubo un silencio de estupor, de incredulidad. Nadie reaccionaba. De repente, estalló un aplauso cerrado.  El muchacho no oía. Con las manos se apretaba la frente. Hundido, Perdido en un rincón. Como si después de una noche tormentosa, al tocar tierra, hubiese caído exánime en la orilla.  El director impuso silencio. Hacía falta un cambio. Y nos mandó a cenar. Durante la cena, una cena democrática, me toco junto a una muchacha de color. —Y usted, ¿qué piensa de aquel muchacho?  Abrió los ojos—unos ojos negros, como su piel, grandes—, me miró despacio. —No hay más remedio. No se puede decir que "no" a Dios. Golpeó con el cuchillo un trozo de pan suavemente un rato. —Claro que él le ha oído. Lo triste es no saber. Él ha de ser feliz. Yo le envidio. 

JORGE SANS VILA