martes, 19 de noviembre de 2013


LAS MANOS MÁS HERMOSAS

 

Una leyenda cuenta que hace mucho tiempo vivían en un palacio real tres hermosas damas. Una mañana, mientras paseaban por el maravilloso jardín con sus fuentes y rosales, empezaron a preguntarse cuál de las tres tenía las manos más hermosas. Elena, que se había teñido los dedos mientras sacaba las deliciosas fresas, pensaba que las suyas eran las más hermosas.

 

Antonieta había estado entre las rosas fragantes y sus manos habían quedado impregnadas de perfume. Para ella las suyas eran las más hermosas. Juana había metido los dedos en el claro arroyo y las gotas de agua daban resplandores como si fueran diamantes. Ella pensaba que sus manos eran las más hermosas.

 

 En esos momentos, llegó una muchacha menesterosa que pidió que le dieran una limosna, pero las damas reales apartaron de ella sus vestiduras reales y se alejaron. La mendiga, pasó a una cabaña que se hallaba cerca de allí y una mujer tostada por el sol y con las manos manchadas por el trabajo, le dio pan. La mendiga, continúa diciendo la leyenda, se transformó en un ángel que apareció en la puerta del jardín y dijo:
 Las manos más hermosas son aquellas que están dispuestas a bendecir y ayudar a sus semejantes. 

  

domingo, 3 de noviembre de 2013

 
 
Las metas.
 
Nadie alcanza la meta con un solo intento, ni perfecciona la vida con una sola rectificación, ni alcanzar altura con un solo vuelo. Nadie camina la vida sin haber pisado en falso muchas veces.
 
Nadie recoge cosecha sin probar muchos sabores, enterrar muchas semillas y abonar mucha tierra. Nadie mira la vida sin acobardarse en muchas ocasiones, ni se meten en el barco sin temerle a la tempestad, ni llega a puerto sin remar muchas veces.
 
Nadie siente el amor sin probar sus lágrimas, ni recoge rosas sin sentir sus espinas. Nadie hace obras sin martillas sobre su edificio, ni cultiva amistad sin renunciar a sí mismo. Nadie llega a la otra orilla sin haber hecho puentes para cruzar. Nadie deja el alma lustrosa sin el pulimento diario de la vida.
 
Nadie puede juzgar sin conocer primero su propia debilidad. Nadie consigue su ideal sin haber pensado muchas veces que perseguía un imposible. Nadie conoce la oportunidad hasta que esta pasa por un lado y deja ir. Nadie encuentra el pozo del placer hasta caminar por la sed del desierto.
 
Pero nadie deja de llegar, cuando se tiene la claridad del don, el crecimiento de la voluntad, la abundancia de la vida, el poder para realizarse y el impulso de sí mismo. Nadie deja de arder con fuego dentro sin antes saber lo que es el calor de la amistad. Nadie deja de llegar cuando de verdad se lo propone.
 
Si sacas todo lo que tienes y confías en ti, esfuérzate, ¡porque lo vas a lograr!