viernes, 8 de junio de 2012

 PARÁBOLA DEL HOMBRE DE LAS MANOS ATADAS

Erase una vez un hombre como todos los demás. Un hombre normal. Una vez llamaron repentinamente a su puerta. Cuando salió se encontró a sus enemigos. Ellos le ataron las manos. Le dijeron que así era mejor, que así, con sus manos atadas, no podría hacer nada malo (se olvidaron de decirle que tampoco podía hacer nada bueno). Y se fueron dejando un guardián a la puerta para que nadie pudiera desatarle.

Al principio se desesperó y trató de romper las ataduras. Cuando se convenció de lo inútil de sus esfuerzos, intentó poco a poco acomodarse a su nueva situación.

Poco a poco consiguió valerse para seguir subsistiendo con las manos atadas. Inicialmente le costaba hasta quitarse los zapatos.

Y empezó a olvidarse de que antes tenía las manos libres.

Pasaron muchos años. Su guardián le comunicaba día a día las cosas malas que hacían en el exterior los hombres con las manos libres (se le olvidaba decirle las cosas buenas que hacían en el exterior los hombres con las manos libres).

Pasaron muchos, muchísimos años... Un día, sus amigos sorprendieron al guardián, entraron en la casa y rompieron las ligaduras que ataban las manos del hombre.

- "Ya eres libre", le dijeron.

Pero habían llegado demasiado tarde. Las manos del hombre estaban totalmente atrofiadas.


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