miércoles, 13 de febrero de 2013

 ¿Qué buscas?      ¡La piedra preciosa!

El «hombre-de-Dios» había llegado a las afueras de la aldea y acampó bajo un árbol para pasar la noche. De pronto llego corriendo hasta él un habitante de la aldea y le dijo:
-La piedra, ¡La piedra!, dame la piedra preciosa.
-¿Qué piedra?- pregunto el «hombre-de-Dios»
-La otra noche se me apareció en sueños el Señor - dijo el aldeano- y me aseguro que si venia al anochecer a las afueras de la aldea, encontraría a un «hombre-de-Dios» que me daría una piedra preciosa que me haría rico para siempre.   
El «hombre-de-Dios» rebusco en su bolsa y extrajo un diamante.
-Probablemente se refería a esto.
Y entrego el diamante al aldeano.
-Lo encontré en el sendero del bosque hace unos días, puedes quedarte con él.
El hombre se quedó mirando el diamante con asombro. Y comento:
-¡Es un diamante!¡Tal vez, el mayor del mundo, pues es tan grande como la mano de un hombre! Lo cogió y se marchó.
Paso la noche dando vueltas en la cama. Era incapaz de dormir. La libertad de aquel «hombre- de-Dios» le había hecho dudar de sus certezas.
Al día siguiente, al amanecer, fue a despertar al «hombre-de-Dios» que dormía tranquilo, y le dijo:
-Dame la “riqueza” que te permite desprenderte con tanta facilidad de este diamante.

¿Cuál crees que sea esa riqueza?

 





 

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